Dr.
Norbert-Bertrand Barbe
Nuestro país es curioso. Se originó
un encuentro/Congreso de Urbanismo (Hotel InterContinental de MetroCentro, Managua,
27-28 junio del 2013), sin participación alguna de nuestra Facultad, sin
embargo madre en el país de las demás en esta disciplina de Arquitectura que es
nuestra. Sin embargo, la primera conferencia-marco, dada por el Dr. Domingo
Sánchez Fuentes, Director del Postgrado en Urbanismo de la Universidad de
Sevilla, planteó varias cuestiones importantes, relacionadas directemente con
su experiencia personal en el campo laboral, doble, primero de profesional y
segundo de docente, y también desde la experiencia de su propio país: España.
Evocó muy bien que, si aquí
(consecutivamente a su encuentro con nosotros y otros miembros de la Facultad),
no hay lo que podríamos decir planificación urbana (hay normas y propuestas,
pero no puesta en práctica), la planificación, de la que parte todo el sistema
del Primer Mundo, por ende de Europa y de la misma España, también por
incumplimiento a lo largo de varias décadas (remito Sánchez Fuentes a los 70),
ha fracasado en sus intentos, proporcionando un rostro de crecimiento alocado
del tejido urbano, que no sólo se carcome el entorno natural, pero además, por
ende, es insostenible.
De ahí la propuesta de regeneración
de dicho tejido, de la apuntó claramente que, en muchos casos, se queda a nivel
de propuesta o intención. Ejemplo concreto, la idea, lecorbusiana, de los
techos-jardín.
Los grandes ejes de la propuesta de
regeneración urbana son, si los podemos resumir, siguiendo los delineamientos
de la conferencia dada por Sánchez:
1. La
recuperación de las zonas industriales abandonadas y su reutilización, más que
la creación de nuevas a su lado, para evitar el crecimiento exponencial de lo
urbano, a desprovecho del entorno ecológico.
2.
La integración cada vez que se pueda de
espacios verdes, concretamente agrícolas, en las zonificaciones urbanas.
3. La
implementación de estanques verdes dentro de cualquier intersticio urbano, con
ejemplo de los "parques verticales".
Por un lado, vemos que el segundo
punto es una derivación de las ciudades ideales, en el caso más cercano a
nosotros de Fourier y Howard, pero además que existió del tiempo de nuestros
abuelos, en Francia, cuando una gran población rural emigraba en las región
parisina, por lo que se le otorgaba, para guardar un arraigo con sus raíces y a
la vez para autosustentarse en la ciudad, con el apartamente un jardín urbano
aparte. Terminó, u se perdió, esta riqueza con las urbanizaciones de los años
70 que, igual que en España por lo que entendemos del discurso de Sánchez, desangraron
el rostro de la ciudad anterior. En Francia, la canción "Le petit jardin" (1972) de Jacques
Dutronc da cuenta en sus título y letra de este cambio. Cambio también debido a
la consecuencia del baby-boom de
post-guerra, y al deseo, por otra parte, de la clase política de resolver el
problema de los asentamientos genuinos (similares a los actuales en Nicaragua)
de casas de madera, plástico y minifalda de los más pobres. Así se cambió la
cara de la ciudad, todavía llena de solares y jardines, por una cara de
edificios de concreto, como lo expresa muy bien Dutronc en su canción, cuando
escribe, desde la primera estrofa:
"C'était un petit jardin
Qui sentait bon le métropolitain,
Qui sentait bon le bassin parisien.
C'était un petit jardin
Avec une table et une chaise de jardin,
Avec deux arbres un pommier et un sapin
Au fond d'une cour à la Chaussée d'Antin
Mais un jour, près du jardin,
Passait un homme qui, au revers de son veston,
Portait une fleur de béton."
Qui sentait bon le métropolitain,
Qui sentait bon le bassin parisien.
C'était un petit jardin
Avec une table et une chaise de jardin,
Avec deux arbres un pommier et un sapin
Au fond d'une cour à la Chaussée d'Antin
Mais un jour, près du jardin,
Passait un homme qui, au revers de son veston,
Portait une fleur de béton."
Lo que llama la atención en el discurso y la propuesta de
renegeración española es que se orienta explicítamente hacia lo agrícola (o
autosostenibilidad individual) dentro de una retoma por la colectividad de los
espacios industriales abandonados.
Lo que, dicho de otra manera, y por
muy importante que sea la necesidad, innegable, de esta acción, que el espacio
natural se ve, aún en esta perspectiva de urbanismo "sostenible", como un incidente. Queremos decir que se plantea
su utilidad (agrícola, más que como corredor natural para la biodiversidad), en
zonas desechadas por las plantas industriales anteriores (es decir, como
recuperación verde de lo ya no útil), y para el uso colectivo (es decir,
conforme los planteamientos de ciudades ideales, de Moro a Howard, pasando por
Fourier, evidentemente, no en función del goce individual, como pueden ser los
parques, originalmente, en su mayoría, reales, nacionalizados por y a partir de
la Revolución en Francia y en toda Europa, sino por un encubrimiento de lo individual
por lo colectivo, es decir, una vez más, persiguiendo valores de utilidad
neo-marxistas - del grupo por encima del individuo, de lo eficiente por encima
de lo fútil, de los jardines urbanos por encima del sueño, inútil, vano,
monarquista en sentido estricto, del Petit Trianon -).
Dicha ideología de la Naturaleza
como incidente es la que evidenció una pregunta, la primera, que se le hizo al
conferencista. Alguien preguntó acerca de la viabilidad ecológica del propuesto
Gran Canal de Nicaragua. Aclarando que no tenía por costumbre hablar de temas
de actualidad de los países que visitaba, intentó, sin embargo, contestar el
conferencista, interpelé, mediante
dos ejemplos españoles:
El primero, el caso de un puente que
recordó el flujo de un río para permitir a unos ancianos en un pueblo visitar
el cementerio, proyecto que ganó un premio de arquitectura sostenible. Lo que,
después, contó, de sorprenderlo, le hizo reflexionar de que la sostenibilidad
era distinta a la ecología. Por lo que vemos muy bien, tanto dentro del mismo
ejemplo, como en la posición ideológica consecutiva del exponente, cómo, y lo
dijo él mismo muy bien, los principios de sostenibilidad tienen que ver ante todo con la utilidad del gran y
mayor número de gentes (es decir, es más importante que los ancianos puedan ir
a visitar el cementerio que el curso natural del río).
El segundo ejemplo que tomó,
dialéctico - y de advertencia previa, explícita, aunque cortés, al inicio del
proyecto del Canal si no se hacen bien los estudios previos de viabilidad -,
fue el, de hecho fracasado por incompetencia previa (o corrupción, como se
querrá ver, él no dijo nada, apuntamos personalmente por la segunda solución)
en los estudios de factibilidad, de un túnel entre Asturias y León (el conocido
caso del Gran Túnel de Pajares), que, por construirse sin tomar las
precauciones necesarias, cortó varios ríos, los cuáles rebontando en el túnel,
se extraviaron, dañando la estructura, y secando los cauces naturales, razón
por la que, sin saber muy bien que hacer, el gobierno tuvo que por lo menos
triplicar la inversión inicial, sin lograr darle solución al problema hasta la
fecha.
Claro está que sabemos muy bien que
hacer. Sería quitar el túnel, pero la primera premisa, proviniente del primer
ejemplo citado, nos orienta a saber, de antemano, que no se hará, porque
predomina siempre la necesidad humana sobre la natural. Causa, paradójicamente,
de los grandes estragos del siglo XX y ahora XXI al medio ambiente, por ende a
la tierra, por ende a nuestra propia supervivencia en el planeta como
individuos, y a la vez como especie. Pero es evidente que esta contradicción,
que no parece permear, como decíamos, tampoco con claridad en la diferencia
entre posición de "sostenibilidad"
y "ecológica", no se quiere
tomar en cuenta por la sociedad actual. Básicamente, para nosotros, eso podría
ser la contradictoria, pero aclaradora, conclusión a la conferencia (aunque no
era la que suponía el conferencista).
Esto como primer punto.
El segundo proviene de la última
pregunta que se le hizo al conferencista, antes del refrigerio: fue por parte
del responsable de CANDUR (Camara de Urbanizadores de Nicaragua), co-organizadora, con la
Alcaldía de Managua y con INVUR (Instituto
de la Vivienda Urbana y Rural), del evento. El responsable aclaró
primero, entendemos como crítica implícita a la orientación general de la
conferencia, que Nicaragua siendo un pequeño país, el segundo más pobre de la
región, su única alternativa para salir de la miseria era "crecer y crecer y crecer". Dentro
de esta perspectiva, explicó que las urbanizadoras se encontraban ante un
problema, que era que tenían que urbanizar cada vez (por el mismo fenómeno del
crecimiento horizontal y conurbano de la ciudad) en sitios más alejados, lo que
les implicaba gastos extras, por lo que su pregunta era que si el conferencista
podía ayudarles a idear soluciones para minimizar dichos gastos.
Cabe mencionar que la pregunta iba
en sentido totalmente contrario a la ponencia, ya que ésta planteaba la
necesidad de limitar el crecimiento urbano en las zonas rural regenerando los
barrios existentes. Cabe también recordar que el principio de crecimiento
conurbano acentuado de la ciudad nicaragüense en los últimos años, más que a la
sobrepoblación (el país con costo tiene 6 millones de habitantes), se debe al
miedo a los edificios de varios pisos, consecutivo al terremoto del 72. Así
como a los asentamientos genuinos, y la falta de organización, por falta, lo
dijimos inicialmente, de planificiación estatal, así como también de los
gobiernos locales, precisamente, del mismo crecimiento urbano.
Así que, como segundo punto en
nuestra canasta, tenemos que un conferencista, invitado para hablarnos de
sostenibilidad ecológica (aunque, por lo anteriormente aclarado, lo más
probable es que no se reconociera en esta asociación de palabras, pero sirve
para marcar nuestro punto), es invocado, en el lugar de los hechos, por el
representante y responsable de una de las tres instancias invitadoras y
organizadoras, no para cuestiones ecológicas o sostenibles, sino, al contrario,
para ayudar a limitar los gastos de crecimiento que, al mismo tiempo, impone el
locutor e interrogador, no quiere (es decir, no se debe de) parar. Claro está
que si se pensará dos segundos en el contenido de la conferencia, de la misma
se auto-genera la respuesta, antes mismo de hacer la pregunta: sustituyendo el
crecimiento por la regeneración urbana.
Pero ahí también, entonces, vemos
que la Naturaleza, en un país como el nuestro dónde hay mucha, pero no
utilizada, comprendida, por ende no protegida, viene a ser un incidente.
De hecho, lo vemos claramente en el
rostro de nuestra ciudad capital, en la que la mayor parte de la superficie
capitalina es de espacios verdes, pero que no son ni parques ni corredores
naturales preservados, sino simplemente solares olvidados o no todavía
utilizados (lo que es lo mismo) por el gobierno, la Alcaldía o los pobladores.
Así son lugares donde los habitantes y las autoridades tiran sin reparo la
basura, y donde los pobladores, en particular de los asentamientos genuinos,
vienen a cortar madera para leña.
El tercer punto tiene que ver, a
manera de conclusión, con la ideología lógica que se desprende de lo anterior,
y que se aclara, para nosotros, en la idea, citada por el conferencista, de
"Parque vertical"
(entendiéndose que no estamos hablando de jardines colgantes, como los de
Babilonia o del Mediterráneo).
Evidentemente, la idea no es de
desechar en sí. Además, se está dando, a veces con problemas, sea porque sólo
está a nivel de idea (como en Argentina) o porque se abandona, secándose el
parque vertical por falta de agua (lo que evidencia que un parque vertical, a
diferencia de un parque natural normal necesita cuidados, por ende es una
creación arbitraria) como es el caso del de la Plaza de la Luna en Madrid,
pero, decimos, es una idea que se está desarrollando, tanto en Milán como en
España o América Latina, de México al Cono Sur.
Sin embargo, vemos en él la máxima
expresión de la Naturaleza como incidente. Paredes vegetales son, para nosotros
lo normal de cualquier casa de campo. La familial nuestra (siendo ubicada en
medio de los campos, y teniendo por otra parte una hectárea arborizada), para
no ir muy lejos, tenía en toda la fachada de entrada (estamos hablando de algo
como cuarenta metros de largo por seís de alto) viña y hiedra.
Además, el concepto de parque
implica el recorrido, lo que es,
obviamente, imposible verticalmente, tratándose de una pared, o de balcones, a
menos que estemos hablando de una altura limitadamente
vertical, como es el caso del proyecto del Parque Billboard del estudio
estadounidense EFGH Arco Design
para la ciudad de Rosario en Argentina, cuya funcionalidad limitada depende del
alcance del cuerpo humana dentro de celdas a imitación de las colmenas.
Finalmente,
los balcones con vegetación (que es, básicamente, la idea de Pedro Reyes en su
proyecto de 2001-2006 de rehabilitación de la torre de Tlaltelolco construida
en 1962 y abandonada después del terremoto de 1985), poco probablemente de
árboles de tamaño real, que destruirían los cimientos y las paredes del
edificio, a pesar de la propuesta, posible en PAO pero imposible en la realidad
de la "vertical forest"
para la ciudad de Milán, los balcones verdes son un principio universal y
antiguo para cualquier persona. No sólo los balcones, sino hasta las simples
maceteras con flores, como recuerda la célebre y paradigmática en este caso
canción "La Bohême" (1965) de
Charles Aznavour:
"Montmartre
en ce temps-là
accrochait ses lilas
jusque sous nos fenêtres"
accrochait ses lilas
jusque sous nos fenêtres"
Son, más concretamente, los clásicos
y comunes geranios en la ventana.
Así que, según el refrán, "C'est dans les vieux pots qu'on fait la
meilleure soupe", el concepto mismo de "parque vertical", por muy apetitoso que sea, parece no ser más
que el nombre contemporáneo de algo ya existente (las paredes verdes, los
balcones con flores), de poco alcance ideológico respecto de su pretensión real
(un parque realmente vertical no puede existir porque las especies que crecen
verticalmente son pocas: las enredaderas y las epífitas, nada más, no permiten
visibilidad para edificios grandes, y ante todo nadie puede visitar ni recorrer un espacio
verticalmente, salvo siendo alpinista, pero la misma técnica de la escalada
alpinista destruiría rápidamente el llamado parque, además se trata de deporte,
no realmente de recorrido ambientalista o botánico como uno lo puede hacer en
los parques "horizontales").
Y, ahí también, más que cualquier
otra cosa, recuerda que la humanidad, es decir, nuestra sociedad actual,
considera la Naturaleza, esta vez más claramente que nunca, como un accidente,
necesario (como debemos conservar la preocupante naturaleza circundante para no
morirnos, ni modo, busquémosla un lugar que no sea tan molesto a la hora de
construir y ampliar la ciudad: en las paredes y los techos, dicho de otra
manera, no deberíamos construir, pero igual que el representante de CANDUR,
queremos seguir haciéndolo, de ahí la necesidad, ilógica, de crear, para
resolver esta dialéctica entre le beurre
et l'argent du beurre, y pensando que podríamos siempre tener los dos,
hagámoslo alegremente, verticalmente).
La intención real, tal vez no de los
arquitectos preocupados por la sostenibilidad, pero si de sus patrocinadores,
es la dicha con toda ingenuidad por nuestro representante nacional de CANDUR:
seguir creciendo a menosprecio de la Naturaleza, y la pregunta es, en el fondo,
cómo seguir haciéndolo sin salir perdiendo. Es imposible, pero igual nuestra
testarudez no los hace así desear.
Al Gore muy bien lo dice en su
documental Una verdad incómoda (2006):
si se pone a una rana en una olla de agua caliente, saltará. Si se la pone en
una olla de agua al tiempo, que lentamente se va calentando, se quedará, hasta
quemarse, sin darse cuenta. Y lo dice Gore claramente también: somos como esta
rana.
A propósito, esto nos hace recordar
que una pregunta que nunca se plantea, porque no es políticamente correcta, ni
por parte de los partidarios de la sostenibilidad, ni de los de lo ecológico:
¿cómo lograr cualquiera de estas dos metas, sin dejar de multiplicarnos al
infinito? Ya sabemos que, siguiendo así, todos los recursos naturales, y los
metales que sirven para nuestros carros, computadoras y electro-doméstico se
agotarán de aquí al próximo siglo. Así que hablar de sostenibilidad (en
chiquito) o de ecología (macro-estructuralmente), sin hablar, en primera
instancia, de nuestra reproducción (colectiva) sin freno no parece tener mucho
sentido (común). El bienestar individual (y humano) no se logra a desprovecho
del bien colectivo (de las demás especies).